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Gobierno de Javier Milei
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El triunfo porteño de Milei

El presidente argentino sigue a Maquiavelo: al primero que hay que vencer es al que te ayudó a quedarte con el mando, en este caso Mauricio Macri

Javier Milei y Manuel Adorni celebran tras las elecciones legislativas de Buenos Aires, el 18 de mayo.
Carlos Pagni

Javier Milei ganó la ciudad de Buenos Aires. Lo hizo en una elección rara. Se elegían legisladores para la asamblea local. Y el nivel de participación fue bajísimo: 53,3% en un país que practica el voto obligatorio. La apatía, el desencuentro entre representados y representantes, que fue el vector que impulsó a Milei hacia el poder, parece persistir. Los candidatos de Milei obtuvieron el 30% de los sufragios emitidos. La conclusión inicial es que La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente argentino, le habría encontrado la clave de a la clase media porteña, que tiene un perfil sociopolítico similar a la de la de otras ciudades importantes del país. Este es un dato central para lo que puede suceder en los comicios de renovación del Congreso nacional que se celebrarán en octubre.

La lista apoyada por el Gobierno nacional estuvo encabezada por Manuel Adorni, el vocero del presidente, que día tras días defiende, istrando una desdeñosa agresividad, la obra del oficialismo en conferencias de prensa matinales. Una paradoja: un partido como LLA, que profetiza el fallecimiento inminente de los medios de comunicación clásicos bajo el garrote de las redes sociales, postula a alguien que vive en ese sistema “agonizante” y no a un influencer de X o YouTube, de los tantos que militan a favor del presidente desde la red.

Un consenso extendidísimo imputa el triunfo de Adorni a los éxitos económicos de la istración, en especial a la reducción de la inflación, que llegó a ser en 2023 superior al 200%. Y a una de las herramientas para alcanzar el objetivo: un dólar barato que halaga a los consumidores, sobre todo a los que disfrutan el turismo internacional. Uno de los riesgos de esa estrategia es que resiente la competitividad del país, amenazando el tejido productivo y el empleo. Pero son peligros que todavía no se han politizado.

En estas elecciones porteñas se confirma el final de un ciclo político. El bloque no peronista, o antiperonista, agravó esa fragmentación que ya había colaborado tanto con la llegada de Milei al poder. Juntos por el Cambio, la coalición con la que gobernó Mauricio Macri entre 2015 y 2019, se dispersó en varias listas y solo dos de ellas lograron conquistar escaños en la legislatura de la capital. El dato más llamativo es que la Unión Cívica Radical, que fue durante más de un siglo el vehículo preferido por las clases medias para intervenir en el proceso público, no logró quedarse con una sola banca.

La polarización que caracterizó a la lucha política en las últimas dos décadas, kirchnerismo-antikirchnerismo, quedó debilitada. Explica cada vez menos. El 40% de los electores no votó ni por Milei ni por el peronismo, que salió segundo, con 27% de los sufragios.

También hubo una mutación en la procedencia social del voto. Una de las peculiaridades del partido de Milei ha sido representar a votantes de clase media y de clase media baja, al mismo tiempo. El segundo grupo ya no lo acompañó como antes. Adorni tuvo una excelente performance en los barrios más elegantes. Y flaqueó en los más populares. Es un dato provisional, pero relevante para quienes buscan pistas sobre las elecciones parlamentarias de octubre.

El otro fenómeno significativo de este último domingo fue la derrota del Pro, el partido de Macri. Esa fuerza se impuso en todas las elecciones porteñas desde 2007. Esta vez fue a la elección fracturado. Horacio Rodríguez Larreta, que fue alcalde porteño entre 2015 y 2023, compitió con su propia lista y obtuvo dos escaños. Sin embargo, la mayor ironía es que la derrota de Macri venga de la mano de Milei, a quien el expresidente ayudó para llegar al gobierno y también para que, una vez allí, consiguiera la aprobación de leyes en el Congreso.

El presidente sigue en esto el manual de Maquiavelo: al primero que hay que vencer es al que te ayudó a quedarte con el mando. Habrá que ver ahora cómo se desarrolla el proceso general, que es el de una derecha radical y populista que aspira a reemplazar a otra, moderada e institucionalista. Esa sustitución ya se produjo en una democracia cercana a la argentina, la brasileña, donde Jair Bolsonaro se quedó con el electorado socialdemócrata, identificado con Fernando Henrique Cardoso.

Los resultados de la elección para la legislatura local plantean una incógnita sobre la que se debe realizar en octubre para cubrir las tres bancas que le corresponden la ciudad de Buenos Aires en el Senado nacional. El partido que gana se lleva dos, y el segundo, una. Si se repite el resultado, el Pro quedaría fuera de la carrera.

El conflicto de LLA con el Pro cobija una paradoja. Milei busca desalojar a los Macri, Mauricio y su primo Jorge, el alcalde porteño; pero al mismo tiempo los necesita para vencer en la decisiva provincia de Buenos Aires. Allí reina el kirchnerismo, ahora sometido a las tensiones entre Cristina Kirchner y el gobernador Axel Kicillof. Si en los comicios de ese distrito Milei y Macri presentan listas separadas, igual que en la ciudad el domingo pasado, la posibilidad de un triunfo kirchnerista se agiganta. Ese resultado afirmaría la tesis de que la política económica de Milei está corroída por la transitoriedad, debido a que el movimiento que dirige la expresidenta podría regresar a la presidencia en 2027.

El PJ porteño, liderado por el ascendente Juan Manuel Olmos, hizo una elección interesante, conquistando el segundo lugar. Para lograrlo debió distanciarse de Cristina Kirchner y elaborar una propuesta más compatible con el paladar de los porteños que, en general, desdeñan al peronismo y detestan a su variante kirchnerista. Fue decisivo que la lista fuera encabezada por Leandro Santoro, que procede de las filas del radicalismo. ¿Esa metamorfosis es el punto de partida de una operación más ambiciosa, que aspire a iniciar una era postkirchnerista de alcance nacional? Para contestar esa pregunta hay que esperar a que se definan las candidaturas a senador para octubre. Si están demasiado identificadas con la señora de Kirchner, es posible que haya una regresión.

La política suele estar animada por estas oscuras coincidencias. Cristina Kirchner y Mauricio Macri, los titulares de una polarización que dominó los últimos 20 años de la política argentina, quedaron expuestos al eclipse en unas elecciones de estatura municipal.

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