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Jóvenes, de provincia y evangélicos versus mujeres, de clase media y mayores: las diferencias entre los votantes de la derecha de Kast y Matthei

El 18,3% está dispuesto a votar por cualquiera de los dos en las presidenciales, según un estudio de la Fundación Friedrich Ebert

José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Johannes Kaiser
Antonia Laborde

Cada semana la carrera hacia La Moneda se vuelve más competitiva. Cuando faltan cinco meses para las elecciones presidenciales en Chile del 16 de noviembre, Evelyn Matthei, de la derecha tradicional, y la favorita durante más de un año en todas las encuestas, se ha estancado en el apoyo ciudadano, mientras el republicano José Antonio Kast, de la extrema derecha, le pisa los talones en los sondeos y, en algunos, la supera levemente. Aunque ambos son del mismo sector político, Matthei en sus 37 años de vida pública ha sido liberal liberal en lo económico y respecto de las libertades individuales -mucho más que el grueso de su sector-, mientras que Kast tiene un perfil conservador. Y aunque los dos en esta campaña han puesto especial énfasis en el control de la delincuencia, la inmigración irregular y el crecimiento económico, despliegan diferencias en sus formas. Y quienes los respaldan son distintos.

Kast arrastra a los más jóvenes, a los de un nivel socioeconómico bajo, de ciudades pequeñas y mayoritariamente hombres. Matthei, por su parte, a las mujeres, a los mayores de 45, universitarios, de clase media-alta y de la Región Metropolitana de Santiago. Así lo revela el estudio De lo convencional a lo extremo: perfilando las bases de apoyo de la derecha chilena, realizado por la Fundación Friedrich Ebert (FES), ligada al Partido Socialdemócrata de Alemania.

El estudio, liderado por el académico de la Universidad Católica, Cristóbal Rovira, realizó un trabajo cuantitativo a finales de 2023 y cualitativo un año después. Rovira explica que cuando hicieron la encuesta a unas 1.500 personas, la figura presidenciable del diputado libertario Johannes Kaiser -que llegó a marcar 13% de apoyo y ahora ronda el 7%- no estaba sobre la mesa, pero que sí apareció en los grupos de discusión. “Lo que quedó muy claro es que las personas adhieren a Kaiser o Kast, pero no tienen un vínculo carismático con el líder, sino que apoyan a quienes representan mejor sus ideas. Por lo mismo, hoy vemos en las encuestas que sube Kast, simultáneamente porque baja Kaiser. Ese bolsón votará a la ultraderecha, independiente de cuál sea el candidato que termine en la papeleta”, plantea.

La encuesta incluyó una pregunta para cuantificar la propensión a votar por Matthei, Kast o ambos. De los consultados, un 18,3% está dispuesto a votar por cualquiera de los dos. Ante la pregunta si estaría dispuesto solo a apoyar a la abanderada de Chile Vamos, un 12% dice sí y, consultados si solo apoyarían al republicano, un 11,9% respondió afirmativamente. Cada interrogante tiene un universo de 100%. En el voto duro, Matthei cuenta con un respaldo mayoritario de mujeres (61,7%), mientras que Kast concentra su apoyo en los hombres (55,6%). “Este hallazgo resulta interesante a la luz de la creciente evidencia empírica a nivel global sobre el rechazo existente en el género femenino hacia fuerzas políticas de ultraderecha”, señala el estudio.

Entre los jóvenes de 18 a 24 años, Kast cuenta con un respaldo significativo (36,2%), por encima de Matthei (11,7%). En el grupo de 35 a 44 años, el republicano también duplica a su principal contadora con un 25,3%. Por su parte, Matthei es fuerte en grupos de edad avanzada, como el de 55 a 64 años, donde alcanza un 18,6%, frente al 7,6% de Kast. En el apoyo según nivel socioeconómico, Kast lidera en los sectores bajos (42,4%), mientras que Matthei en los medios (51,1%). Esta diferencia es similar a la detectada en estudios previos en Europa, que revelan una correlación entre menor educación y menor nivel socioeconómico con mayor apoyo a la ultraderecha. Quienes se adhieren únicamente a Matthei viven sobre todo en la Región Metropolitana (54,5%), donde un 30,3% respalda a Kast. El escenario cambia para la candidata de Chile Vamos en la zona centro, donde logra un 25,8% de respaldo y el republicano un 39%. La brecha se repite en el sur: Matthei (15,8%) y Kast (23,6%). En el norte, ambos presentan niveles más bajos de apoyo, con un 3,8% y un 6,9% respectivamente.

Las diferencias significativas se ven también en la identidad religiosa. Entre los católicos, el apoyo se concentra mayoritariamente en Matthei (55,7%), que le saca 10 puntos a Kast. En el caso de los evangélicos, una religión que en otros países como Brasil ha dado alas a la ultraderecha, el republicano concentra el 36,1% de los apoyos, frente al 15,7% de Matthei. Entre los ateos y agnósticos, la carta de la derecha tradicional logra un 18,1%, mientras que Kast un 10,2%.

En los grupos de discusión, donde solo se conversó con votantes de derecha tradicional y extrema -separadamente- se consultaron las posturas frente a la pena de muerte, si debería o no haber mayor igualdad de ingresos como incentivo al esfuerzo individual o el aborto legal, y las opiniones de los votantes de Matthei suelen coincidir con las del promedio nacional, lo que no ocurre en el caso de los adherentes de Kast. El académico Rovira sostiene que eso refleja que la candidata de Chile Vamos “es mucho más espejo del votante medio, a diferencia de Kast, que es un votante peculiar. Matthei es más transversal, es relativamente progresista, como la media chilena. Por eso es complejo cuando la derecha tradicional se acerca a Kast, porque se acerca a un nicho, no a lo que la mayoría piensa”. Aunque aclara que en temas como la interrupción del embarazo había diferentes posturas entre los que respaldan a Matthei, existía la idea de “estamos de acuerdo con que hay desacuerdo”. Mientras que en los de ultraderecha primaba el “estamos de acuerdo con que todos pensamos igual y no hay opción de disenso”, señala el académico.

Las diferencias entre ambas derechas también se ha visto durante el mandato del presidente de izquierdas Gabriel Boric, donde la derecha tradicional ha negociado con el oficialismo en proyectos emblemáticos para el Ejecutivo, como la reforma a las pensiones y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, mientras que la ultraderecha ha votado en contra de prácticamente todas las propuestas clave de la istración de izquierda. Ese aspecto es algo que valoran los adherentes de Matthei, según los focus group que realizó el estudio para conocer la opinión de los dos tipos de votantes. Consultados sobre cómo perciben “a la nueva derecha”, los electores tradicionales los ven como “extremos” e intransigentes en sus discursos, valores y principios, “lo que reduce su capacidad de negociar con un grupo más amplio que su propio sector”. Los de derecha tradicional también valoran la capacidad de gestión de su sector, la experiencia política al haber tenido dos mandatos de Sebastián Piñera y el compromiso democrático.

Uno de los principales pilares que marca la adhesión a la derecha tradicional es “el buen manejo económico”, destacando que los gobiernos de Piñera generaron “mayores oportunidades de desarrollo”, favoreciendo el aumento del empleo e impulsando el emprendimiento. Es algo en lo que coinciden los de la ultraderecha, pero la diferencia, apunta el estudio, es que la tradicional “persigue este desarrollo económico junto al desarrollo de políticas sociales”.

A Rovira, especialista en la ultraderecha latinoamericana, lo que más le llamó la atención del estudio fue lo moderado y práctico que es el votante de la derecha tradicional. “Sobre los migrantes, por ejemplo, decían que no entren más, pero que hay que adaptarse a los que ya están aquí, mientras que los de la ultraderecha postulaban deshacerse de todos con medidas extremas. Los de la derecha convencional apuntaban que los otros eran antifeministas, ultras, que les dan susto. Y los de la ultraderecha los ven a ellos como centristas, decían que Piñera no era de derecha, sino progre, por ejemplo”, describe.

Los consultados de ultraderecha defienden su adhesión por la relevancia que le dan a la familia, la seguridad y el patriotismo, los cuales, según ellos, representan puntos clave para la prosperidad del país. Además de la crisis familiar y valórica que perciben, afirman que el país padece una crisis de delincuencia y de justicia que no ha sido abordada de manera correcta ni efectiva “debido a la implementación de medidas blandas y de bajo impacto”. Para ellos, el amor por Chile lo ven reflejado en tres aspectos: medidas radicales de protección frente a la crisis de seguridad, el respeto por las autoridades y el amor por los símbolos nacionales.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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