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Notting Hill se pinta de negro por el hartazgo de los vecinos con los turistas: “Lo llamamos Notting Hell”

Los residentes de este barrio londinense, conocido por sus casas de colores y la película de Julia Roberts y Hugh Grant, lanzan una campaña para hacer frente al turismo masivo. Las medidas también incluyen colocar cadenas en la entrada o carteles de “zona tranquila”

Notting Hill se pinta de negro
Andrea Insa Marco

Notting Hill, el barrio londinense conocido por sus casas de colores pastel, el mercado de Portobello y la película homónima, se niega a seguir siendo solo un destino turístico. Hordas de visitantes acuden en masa a Lancaster Road y a Portobello Road para sacarse fotos junto a las coloridas fachadas o en los lugares del rodaje de Notting Hill (1999), protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant. Ante esta situación, algunos vecinos han dicho basta, y han hecho un llamamiento al resto para que hagan lo mismo.

Una casa que antes era rosa chicle y una adosada azul se han pintado de negro porque el color “no queda tan bien en Instagram”, en palabras de sus dueños, recogidas por varios periódicos británicos. Un tercer propietario ha pintado la entrada y la mitad inferior de su residencia del mismo tono oscuro. El objetivo es disuadir a los turistas y evitar que saquen fotografías, entren en propiedades, hagan ruido o dejen basura tirada en sus calles. Los dueños de estas tres casas no solo han reformado sus fachadas, sino que también han iniciado una campaña para intentar que todas las casas de Notting Hill sigan su ejemplo. Esperan repintar todas las viviendas, especialmente las de Lancaster Road y Portobello Road, a finales de este año.

“Está claro que los colores brillantes y contrastados de las casas son un gran atractivo para las redes sociales. Y si bien valoramos el encanto de nuestra calle, la consecuencia no deseada ha sido el aumento del turismo disruptivo”, se lee en una carta enviada a los vecinos del barrio a la que ha tenido el medio The Standard. Las medidas que ya han tomado algunos para hacer frente al turismo masivo van más allá de la pintura negra, e incluyen cadenas y cuerdas para intentar impedir que la gente pose en sus escaleras. También se han colocado carteles de “zona tranquila” cuyo objetivo es que la gente tenga consideración con los vecinos. Un residente de Notting Hill que pintó su casa de negro explica al medio citado por qué lo hizo: “Tristemente, había gente posando fuera desde las siete de la mañana hasta después del anochecer”. Además, tomaron la decisión después de enfrentar groserías constantes y de que algunos turistas le pidieran que regresara dentro de su casa para no arruinar su foto.

Vivir en una de las calles “más instagrameables” de Londres ha trastocado por completo la vida de los residentes de este barrio. La lista de quejas y de experiencias desagradables es larga. Christine, vecina desde 1981, afirma al medio The Times: “Es como vivir en un parque temático. Se supone que es Notting Hill, pero lo llamamos Notting Hell [infierno, en español]”. Un vecino, que prefiere mantenerse en el anonimato, declara a The Standard: “Es un turismo realmente invasivo y excesivo, sin motivo. No somos un museo”. Continúa explicando cuándo comenzó a ver este cambio: “Sucedió durante el confinamiento. Esta calle siempre ha tenido colores, pero nunca hemos tenido ningún problema. Tenemos que aparecer en alguna lista de influencers. Y todos, como ovejas, le siguen. Cada 30 segundos hay un grupo nuevo. No puedes pedirle a la gente que se detenga porque estarás ahí todo el día pidiéndoles que no dejen basura o que guarden silencio. Somos muchos los que teletrabajamos. Es muy difícil trabajar por el ruido. Estamos constantemente recogiendo basura“. Y concluye: “La gente simplemente no entiende que estas son casas. No es un museo, no es un parque de atracciones, no es un restaurante, no son hoteles. Es una calle residencial. Hay casas como esta por todo el oeste de Londres. No sé por qué vienen a este lugar en particular”.

Dos turistas se toman fotos en una puerta azul de Notting Hill similar a la del personaje de Hugh Grant de la película homónima, en Londres.

Donald Francis, residente de Notting Hill, cuenta en The Times que simplemente quiere que los turistas ”sean educados y corteses" y que el Ayuntamiento coloque carteles para recordar que se trata de residencias privadas. Francis habla de los problemas que él enfrenta como consecuencia del turismo: “Durante los primeros seis meses me pareció divertidísimo. Ahora, cuando intentas llegar a casa con bolsas de la compra un sábado, tienes que abrirte paso entre la multitud que se ofende cuando les pides que se muevan. En verano es como si nos invadieran. Quiero sentarme en las escaleras, pero se llena demasiado, así que me siento dentro con las persianas bajadas para ahogar el ruido y evitar ser el centro de atención de las selfis”.

Declaraciones similares a las de un vecino de más de 20 años de Notting Hill, uno de los que ya ha cambiado el color de su vivienda: “La gente que vive en la calle tiene muchas dificultades para alquilar [sus casas] porque la gente llega y ve a 200 personas fuera. Ni siquiera puedes caminar por la calle ni atravesar a la gente, te chasquea el dedo y es grosera si intentas entrar en tu propia casa. Incluso me han robado cosas del coche. Se ha convertido en una pesadilla”, afirma a The Standard. Otro dice a The Times sentirse como “Moisés abriendo el mar Rojo” ante las multitudes. Y Brent, que no quiere dar su apellido, cuenta a The Sun: “A menudo tengo que decirles [a los turistas] que se bajen de los escalones. Cuando la gente viene solo porque la puerta es púrpura y sacan una foto, me molesta”.

El mercado de Portobello Road, en el barrio de Notting Hill en Londres (Inglaterra).

Para los vecinos, hay varias razones detrás de la viralidad y la masificación de este barrio de la capital británica. Algunos culpan a TikTok, otros señalan el hecho de que la calle fue catalogada como atracción turística en internet o piensan que la culpa es de la promoción en redes sociales por parte de influencers. Entre sus experiencias, destacan influencers que llegan con maletas llenas de ropa para cambios de vestuario y se pasan el día tomándose fotos en las puertas de las casas o instalan tiendas de campaña en las calles. Un caso extremo fue cuando se realizó una “sesión de fotos pornográfica” frente a las casas.

Jaicie Colmar y Julia Stephens, dos estudiantes de Estados Unidos que vieron las coloridas calles de Portobello Road en un vídeo de TikTok y con las que ha hablado The Times, ofrecen la otra perspectiva. La primera asegura que una fachada negra no aparecería en su feed de Instagram, mientras que la segunda afirma: “Si todas las casas fueran negras... eso sería interesante”. Aunque Colmar dice que es “triste” que los residentes lo estén pasando mal, no ve el problema si la gente es “respetuosa”. Stephens sostiene: “Es una vía pública”.

Julia Roberts y Hugh Grant en la película 'Notting Hill', que popularizó el barrio homónimo londinense.

La tradición de pintar las casas de Notting Hill de colores pastel comenzó tras la II Guerra Mundial para ocultar el ladrillo. Con el tiempo, el vecindario pasó de ser habitado por personas de clase obrera a convertirse en uno de los más exclusivos y ricos de Londres. Ahora, las cosas están empezando a cambiar ante las hordas de turistas que invaden el barrio. A pesar de estas medidas para paliar los efectos del turismo masivo, los vecinos no pierden la esperanza. “Nos hubiera encantado conservar el color de nuestras casas. Esperamos volver al color con el tiempo”, recoge The Standard.

Las calles de Notting Hill no son el primer lugar que se convierten en destino víctima del turismo masivo por el cine y las series. Ya ocurrió con la entrada del apartamento de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, que se cerrará ante el hastío de su dueña, o con el arenal de Maya Bay, en la isla de Ko Phi Phi Lee, en Tailandia. El lugar se hizo famoso en el año 2000 tras aparecer en la película La playa, protagonizada por Leonardo DiCaprio. Y, después de recibir hasta 5.000 habitantes al día, las autoridades locales decidieron, por primera vez en 2018, cerrarla por temporadas para proteger su ecosistema. El paraíso tailandés volvió a recibir turistas el 1 de octubre de 2024 tras dos meses de clausura. Santorini (Grecia), Bagan (Myanmar), Machu Picchu (Perú) y Chichén Itzá (Rivera Maya, México) son otros de los destinos que han decidido hacer frente al turismo masivo limitando el .

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Sobre la firma

Andrea Insa Marco
Redactora de la sección de Gente, Estilo de Vida y El Viajero. Graduada en Literatura general y comparada por la UCM y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. En Teruel, su ciudad natal, pasó por la editorial del Instituto de Estudios Turolenses y de la revista cultural Turia.
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