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Colectivo Zsongo: “Aunque vengamos de 54 países distintos, en España somos ‘los negros”

Entre ellos hay modelos, actores o aspirantes a piloto, pero todos son artistas y están unidos por un club y una misión: dar a conocer, mediante concurridas fiestas, la riquísima cultura de África

De izda. a dcha. y de arriba a abajo: Ibrahima Kome viste ETRO; Mohamed Ndiaye lleva Chaqueta y pantalón MAGLIANO, camisa MM6 y sandalias GEOX; Aliou Gueye viste ETRO; Pape Diaguee lleva prendas DOLCE & GABBANA y Pape Sarr, ACNE STUDIOS.
Jaime Lorite Chinchón

Se llaman colectivo Zsongo, son un grupo de amigos y esa es la dinámica inevitable de una charla con ellos. Sin jerarquías, los cinco presentes (de los 11 que integran el conjunto) insisten en participar todos en la entrevista. Se vacilan, se ríen de las ocurrencias de uno y otro, se tiran flores. “Estoy muy orgulloso de ellos”, dice con firmeza Aliou Gueye (Dakar, Senegal, 25 años). “No nos lo decimos mucho porque ya sabes cómo somos los hombres. Pero a veces estoy con el teléfono en mi casa viendo lo que hacen y digo: ‘Joder, ¡estos tíos son una máquina!”. Carcajadas de los “máquinas” en cuestión: Pape Sarr y Mohamed Ndiaye, (ambos de Dakar, 27); Pape Diaguee (Madrid, 23), que comparte ascendencia senegalesa, e Ibrahima Kone (Bamako, Mali, 22), el más discursivo.

“Somos artistas y de ahí nace Zsongo”, explica Kone. “Dentro de la influencia que tenemos de la moda y del mundo artístico, queríamos crear un espacio donde pudiéramos, por un lado, enseñar nuestra cultura a quienes no la conocen y, por otro, hacer sentir cómodos y en casa a nuestra gente, apoyarnos y darnos esa unión que nos hacía falta”. La palabra “zsongo” significa “lugar de reunión” y viene de la lengua de la etnia hausa, a la que pertenece el cantante ghanés Big Daddy Fly, otro componente del colectivo. Porque, aunque, como dice Pape Sarr, “la base es la moda”, son músicos, creadores, diseñadores o actores: por ejemplo, Kone interpretó uno de los personajes principales de la serie Red Flags (2024), mientras que Sarr estuvo en la película El salto (2024). El único de los oradores que no ha hecho sus pinitos es Pape Diaguee, top model del que sus compañeros lamentan el “potencial que no quiere aprovechar”. “Es que estoy más centrado en terminar mis estudios”, opone. “La moda no es para siempre. Mi objetivo es pilotar aviones comerciales, llevarte a ti, a vosotros, ¡a todo el mundo!”. Sus amigos se parten.

Ibrahima Kone y Pape Sarr se conocieron en 2019, en la Semana de la Moda de Milán. “Vi en el casting a este hombre y dije: ‘¡Ostras, otro negro!”, recuerda el primero. En las calles de la ciudad italiana se sorprendieron ante la indiferencia de los transeúntes al escuchar a un hombre tocar la kora, el arpa de África Occidental. Eso puso, en parte, la semilla para las sesiones de Zsongo Club, las concurridas fiestas que el grupo lleva tres años organizando. En Madrid, ahora las acoge la discoteca Fitz de Plaza de España. Pinchan música de diferentes lugares de África, a veces la detienen para tocar de pronto un instrumento del continente en directo y otras veces lo conjugan. También en sus redes ofrecen divulgación sobre los géneros, las temáticas de las fiestas o las prendas.

“Lo que vives no es solo la fiesta”, dice Aliou Gueye. “Aprendes nuestra cultura, los instrumentos que llegas a ver no los has visto en tu vida y mucha gente se interesa por las temáticas. Es una forma de educar sin forzar, disfrutando”. Zsongo trajo además a la capital española el género del amapiano, nacido en Sudáfrica la pasada década, que describen como una mezcla de afrobeat y la electrónica de baile gqom. El amapiano ha experimentado un crecimiento internacional gracias a TikTok. “La primera vez que lo pusimos, la gente alucinaba. Hoy vienen y lo cantan de principio a fin”, afirma Gueye. Al respecto de ello, Ibrahima Kone recuerda: “Una cosa que a mí me tocó mucho fue llegar al club y ver a una rubia con ojos azules, una chica que socialmente tú no piensas que pueda conocer eso, cantándolo todo”.

El pasado año, tuvieron la oportunidad de presentar su espectáculo en el Movistar Arena, con capacidad para 17.000 espectadores, tras ser invitados como teloneros por Rels B, un incondicional de las fiestas de Zsongo. Han llegado a países como Suecia o Alemania, mediante colaboraciones con artistas locales. “Lo de Suecia fue una locura”, atestigua Mohamed Ndiaye. “Lo hicimos con un grupo de chicas que son como nosotros, también 11. Siendo un país que ya es demasiado Europa, vimos que realmente había una comunidad muy grande de africanos, incluyendo artistas que vivían ahí y que vinieron a tocar a la fiesta”.

¿Es complejo forjar estas alianzas? “Yo soy de Senegal y allí tenemos una música diferente, una comida diferente… Como pasa con Mali o con Ghana”, explica Aliou Gueye. “Pero luego llegas a España y somos todos ‘los negros’. Aunque seamos muy diferentes, de 54 países distintos, tú te tienes que adaptar y ser uno con ellos. Tenemos cosas en común, pero también estamos la mayor parte del tiempo hablando de los nombres de cada uno o de nuestras tradiciones”.

Para Ibrahima Kone, la prioridad es ofrecer una referencia a la comunidad afrodescendiente: “Hay una generación que ha crecido en España con una crisis de identidad. Conviven con dos culturas, la de la familia y la de la calle. Zsongo intenta representar a quienes se sienten en ese limbo, hacer que se sientan en casa y dejar un mensaje claro a las siguientes generaciones, que una sociedad unida y bien informada es mucho más fuerte”. A quienes prefieren fomentar el odio, les invita a cargarse de argumentos. “Nosotros no estamos diciéndole a nadie que tenga que respetar esto, estamos diciendo que esto existe, te pueda gustar o no, para que por lo menos lo conozcas. Si no sabes de lo que estás hablando, ¿cómo vas a odiar algo que no conoces?”.

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Sobre la firma

Jaime Lorite Chinchón
Colaborador de ICON desde 2019. Periodista cultural, también ha escrito para la sección de Cultura, El País Semanal, la revista Fotogramas o Ctxt. Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, también cursó Crítica Cinematográfica en la Escuela de Escritores y el Máster de Periodismo UAM-El País.
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