Grok, ¿esto es verdad?

Cuando metimos los móviles en nuestros bolsillos, liquidamos una de las cosas más molestas de las conversaciones en los bares: ya no hacía falta perder tres cuartos de hora discutiendo el nombre del director de Regreso al futuro o del batería de Nirvana. Bastaba con abrir Google y hacer una búsqueda rápida.

Me temo que esas discusiones pueden volver.

Veamos lo que ocurre en X: desde hace unos meses, se puede preguntar directamente a Grok, la inteligencia artificial (IA) desarrollada por xAI, empresa de Elon Musk. Un ejemplo reciente: una cuenta compartía el vídeo de la periodista australiana agredida por la policía de Los Ángeles y la respuesta más popular era la de un tuitero que preguntaba a Grok si el vídeo era real (a lo que Grok contestaba que sí).

La práctica es tan frecuente que hay chistes, memes y quejas sobre esta costumbre de preguntarle a la IA de X por la veracidad de cualquier nadería, en lo que se está convirtiendo en una versión turbo de la búsqueda de información para terminar disputas en los bares. A menudo, el tuitero en cuestión busca saber qué ha pasado, pero otras veces los s quieren que Grok les dé la razón para intentar dejar en evidencia a quien haya tuiteado algo que no les gusta. O de intentarlo, porque no siempre coincide con sus confiados s: muchos conservadores se han quejado de que Grok es woke simplemente porque les lleva la contraria, y el propio Musk ha comentado que eso es algo a corregir.

Pero el uso de la IA como fuente de autoridad presenta otro peligro, aparte de los sesgos: las inteligencias artificiales generativas prefieren inventar antes de itir que no tienen ni idea de algo. Lo importante es ofrecer contenido, y que ese contenido sea correcto o no resulta secundario. Esto no es exclusivo de la IA de Musk: Google muestra desde hace tiempo como primer resultado de las búsquedas un resumen escrito con inteligencia artificial. Y desde su lanzamiento el año pasado, esta nueva función lleva unas cuantas pifias acumuladas. Por ejemplo, ha dado por buena información de medios satíricos, ha asegurado que hay que comer una piedra pequeña al día y ha defendido que el ex primer ministro irlandés Leo Varadkar mide unos 800 metros de altura, con lo que es el quinto político más alto de Europa occidental. Algunos de estos errores son ya viejos, pero Google no parece haber arreglado del todo el estropicio: a mí me dice que Varadkar mide 1,83, aunque algunas webs cifran su altura en 1,93, y también que aún es el primer ministro de Irlanda, cuando dejó el cargó en abril de 2024.

A todo esto se añade que el buscador de Google lleva años en proceso de degradación y que, encima, esta nueva función no se puede desactivar, aunque existen algunas trampas para lograrlo. Pregunté a soporte de Google si había alguna forma, y me contestó que no, pero me animó a informar de los errores que detectara. Es decir, una compañía valorada en dos billones de dólares (al menos, según su IA) me pidió que trabajara gratis para ella.

Por supuesto, siempre hemos corrido el riesgo de encontrarnos con errores entre los resultados de Google, ya fuera en artículos de periódico o incluso en entradas de enciclopedias. Pero todo esto añade más trabas y hace que cada vez sea más complicado encontrar información de fiar. Es posible que los ingenieros de estas empresas resuelvan el problema de las alucinaciones en algún momento y enseñen a sus programas a decir algo tan sencillo como “no lo sé. ¿Has mirado en la Wikipedia?”. En cualquier caso y mientras tanto, podemos sufrir (o disfrutar, hay gente para todo) otra época dorada de discusiones en los bares sobre si el primer ministro irlandés es Leo Varadkar, Micheál Martin o un monstruo de 800 metros de altura. En fin, no sé si la IA destruirá empleos, pero desde luego nos va a dar trabajo.