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Las redadas de inmigración vacían negocios y familias en Los Ángeles: “No lo había visto así desde la covid”

El aumento de las detenciones en California comienza a golpear a la economía y los bolsillos de las familias inmigrantes, que no se atreven a salir ni a trabajar

Rubén García, director ejecutivo de Annunciation House, durante una protesta pacífica contra las redadas migrantes.

Este artículo ha sido publicado conjuntamente con Puente News Collaborative, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la información, organización y financiación de noticias de calidad y rigor informativo enfocadas en la frontera entre Estados Unidos y México.

En el restaurante Hector’s Mariscos, en esta ciudad con una enorme población latina e inmigrante, las ventas de marisco mexicano han bajado. Las siete mesas estarían normalmente llenas, pero este martes por la tarde solo hay comensales en dos de ellas. “No lo había visto así desde la época de la covid”, comenta en español la gerente, Lorena Marín, mientras suena música de cumbia por los altavoces. Marin, ciudadana estadounidense, incluso envía mensajes de texto a los clientes con los que mantiene amistad, animándoles a venir.

“Me quedo en casa”, contesta un cliente. “Está muy jodido ahí fuera con todos esos agentes de inmigración”.

Cientos de personas marcharon en una protesta pacífica en el centro de Santa Ana el miércoles.

El aumento de las detenciones en California ha comenzado a golpear a la economía y los bolsillos de las familias inmigrantes, y no solo. En algunos casos, inmigrantes con estatus legal e incluso ciudadanos estadounidenses se han visto envueltos en las redadas del presidente Trump.

La película de fantasía de 2004 Un día sin mexicanos —que narraba lo que le ocurriría a California si desaparecieran los inmigrantes mexicanos— se está convirtiendo en la vida real en cuestión de semanas. Las consecuencias son graves para muchos, tanto a nivel económico como personal.

“Estamos viendo un gran cambio en la aplicación de la ley en los lugares de trabajo”, dice Andrew Selee, presidente de la organización Migration Policy Institute. “No se enfoca sobre las personas con antecedentes penales, sino sobre personas que están profundamente integradas en la economía estadounidense”.

En California, la proporción de trabajadores inmigrantes en determinados sectores es mayor que en el conjunto del país. Aquí, los nacidos en el extranjero representan el 62% de la mano de obra agrícola y el 42% de los trabajadores de la construcción, según el American Immigration Council. El 85% de los operarios de máquinas de coser de las fábricas de ropa son extranjeros. El 40% de los empresarios son extranjeros.

Luis Pérez, chef de Lola Gaspar y Chapter One en Santa Ana, dijo que el negocio ha bajado y que varios empleados de restaurantes están asustados tras las redadas migratorias en la ciudad. Aparece en la foto frente a Lola Gaspar, un restaurante con estrella Michelin en el centro de Santa Ana.

A escala nacional, cerca de una cuarta parte de los trabajadores de la agricultura y la construcción son nacidos fuera de Estados Unidos, según el American Immigration Council. Igual que más de la mitad de los obreros que trabajan con yeso, escayola y estuco. En los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (el llamado STEM), casi una cuarta parte de los trabajadores son extranjeros, según el los mismos datos.

La tendencia actual de aplicación de la ley, dice Selee, “conducirá a una estrategia que tendrá grandes repercusiones económicas si siguen persiguiendo a las personas que están en la población activa en lugar de a las que tienen antecedentes penales”. Tanto en California como en toda una nación que envejece, cerca de la mitad de los nacidos en el extranjero son ciudadanos estadounidenses naturalizados, una defensa crucial en las redadas y detenciones de inmigrantes.

Selee dice que la estrategia actual se puso en marcha cuando “la istración Trump se dio cuenta de que no estaban obteniendo grandes números con los enfoques tradicionales para perseguir a las personas que son objetivos prioritarios de deportación”. Ahora, las amenazas se dejan sentir en comunidades lejanas entre sí, desde Dallas a El Paso, pasando por zonas rurales de Wisconsin, afectando a los inmigrantes y, en algunos casos, a los empresarios que los contratan.

En la pequeña localidad de Waumandee, en Wisconsin, el productor lácteo John Rosenow afirma que no encuentra ciudadanos estadounidenses que puedan soportar los rigores del trabajo en su sector. “Si quieres comer productos lácteos o beber leche, vas a necesitar trabajadores inmigrantes”, afirma.

El martes, los manifestantes escucharon a los organizadores comunitarios frente al antiguo palacio de justicia del condado de Orange en Santa Ana.

“Sí, queremos deshacernos de la gente mala”, añade Rosenow. “Pero la gente que conozco, que trabaja en las granjas lecheras, es simplemente gente trabajadora que hace tareas que los estadounidenses no quieren hacer”.

En el San Joaquin Valley, en California, Joe Del Bosque, un ganadero y cultivador de melones, ha oído que los agentes estadounidenses persiguen a los trabajadores en los campos de fresas al sur de su explotación. El lugar, conocido como la despensa del mundo, depende en gran medida de los trabajadores extranjeros, especialmente en la época de la cosecha, dice Del Bosque. Ahora mismo trabajan para él 100 personas, cifra que se duplicará en las próximas semanas, cuando la cosecha aumente.

“Van a perturbar la cosecha y la cadena alimentaria. Esto perjudicará al consumidor estadounidense”. dice Del Bosque. “Estas personas son muy trabajadoras. Vienen a trabajar, sobre todo si tienen familia aquí o en México”.

Las redadas, o la amenaza de las mismas, también están afectando emocionalmente a las familias y han generado protestas en Chicago, Seattle, Spokane, Nueva York, San Antonio, Dallas y otros puntos del país, que se esperan aún mayores este sábado.

En El Paso, los manifestantes ondeaban sobre todo banderas de Estados Unidos a gritos de “Si no hay justicia, no hay paz. Vergüenza del ICE”. Entre los manifestantes se encontraba Alejandra, ciudadana estadounidense y estudiante de tercer año en la Universidad de Texas, en El Paso, que pidió el anonimato parcial por temor a represalias contra su familia de estatus mixto.

El martes, los manifestantes sostenían un cartel mientras escuchaban a los organizadores comunitarios frente al antiguo juzgado del condado de Orange en Santa Ana.

Alejandra salió a las calles de esta ciudad fronteriza para honrar el sacrificio de sus abuelos, que emigraron de Ciudad Juárez. “Todo lo que tienes que hacer es mirar a ver quién dio ese primer paso para darte la vida que tienes actualmente.”

En el área de Dallas, un ciudadano guatemalteco cuenta que lleva días ausentándose de las obras. “Hay demasiado miedo, demasiado que arriesgar”, dice Gustavo, de 34 años, que pidió que no se revelara su apellido porque es indocumentado. “Tengo miedo de mañana, de esta noche. Me pueden deportar y ¿quién pierde? Mi familia en Guatemala”.

La aplicación estricta de las leyes de inmigración es el tema que más popularidad le ha dado a Trump. Pero este apoyo puede estar disminuyendo. Una encuesta publicada esta semana por la Universidad Quinnipiac mostró que Trump tenía un 43% de aprobación en inmigración y un 54% de desaprobación. La encuesta se realizó entre el 5 y el 9 de junio, tras varios días de protestas.

El martes, Alexa Vargas, propietaria de Vibes Boutique en Santa Ana, dijo que sus ventas cayeron un 30% después de que agentes de inmigración lanzaron redadas en el sur de California.

Mientras tanto, en Santa Ana, una ciudad de unos 316.000 habitantes en el sur de California, la propietaria de la tienda Vibes Boutique, Alexa Vargas, afirma que el número de clientes ha disminuido y que las ventas han decaído un 30% en los últimos días. Efectivamente, un martes reciente no había nadie mirando los pantalones vaqueros ni las brillantes camisetas expuestas. Las plazas de aparcamiento de la calle, habitualmente concurrida, estaban libres. Y el vendedor de fruta y conos de nieve que Vargas suele frecuentar lleva días desaparecido.

“No debería estar todo tan muerto a esta hora”, dice la mujer, de 26 años. “La gente tiene demasiado miedo para salir. Incluso si eres ciudadano pero tienes un aspecto determinado. Hay gente que no quiere arriesgarse”.

Reyna, que trabaja de cocinera en un restaurante, le dijo hace poco a su jefe que no se sentía segura yendo a trabajar después de enterarse de las detenciones de inmigrantes en las tiendas Home Depot de la ciudad. Esta mujer, de 40 años, que se encuentra en Estados Unidos sin papeles, teme convertirse en objetivo del ICE y ni las leyes ni las políticas de inmigración actuales le ofrecen una vía para obtener un estatus legal a pesar de llevar más de 20 años viviendo en el país. “Necesito trabajar, pero, sinceramente, estoy muerta de miedo de salir de casa”, dice.

Por ahora, su vida está en suspenso. Ha cancelado la fiesta de graduación de su hijo y ya no lleva a sus hijos pequeños a la escuela de verano. Incluso dejó de asistir a las sesiones de terapia para su hijo autista de siete años. Reyna dice que no puede dormir y sufre dolores de cabeza a diario.

El martes por la mañana, cuenta, agentes de inmigración en un vehículo sin identificar detuvieron al sobrino de su marido, un chico de 20 años de nacionalidad mexicana y sin papeles, frente a su casa.

Su hijo autista, nacido en Estados Unidos, le ha suplicado que le deje jugar en el columpio del jardín delantero.

“No, cariño. No podemos salir”, le dice Reyna.

“¿Por qué no?”

“La policía se está llevando a la gente. Se está llevando a gente que no ha nacido aquí”, le explica.

Cindy Carcamo es una veterana y galardonada periodista que lleva más de 20 años informando sobre inmigración, principalmente como redactora en Los Angeles Times. En otoño se incorporará a la Universidad de Harvard como Nieman Fellow 2026. @thecindycarcamo

Dianne Solis es periodista freelance. Ha trabajado como redactora para The Dallas Morning News y The Wall Street Journal. Su trabajo se ha emitido en la radio pública KERA y en el Texas Standard. Lleva décadas informando sobre inmigración. Se licenció en Northwestern y en California State University y fue Nieman Fellow en Harvard. @disolis

Alfredo Corchado es editor ejecutivo de Puente News Collaborative y antiguo corresponsal en México y la frontera de The Dallas Morning News. Es autor de “Midnight in Mexico” y “Homelands”. En 2009 fue Nieman Fellow en Harvard. @ajcorchado.

Aaron Montes, reportero de KTEP, contribuyó a este reportaje desde El Paso.

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