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Deriva

Yo leía y él asomaba la cabeza de vez en cuando hasta que me giré con una sonrisa, enseñándole la portada, y me dijo: “No, ya no puedo leer. Quería preguntarle, si no es molestia, qué hago aquí”

Un enfermo de alzhéimer junto a un familiar, en una residencia.
Manuel Jabois

Este lunes, una pareja de ancianos salió a pasear por Leganés con altas temperaturas, los dos enfermos de alzhéimer. En algún momento se desorientaron y se perdieron el uno del otro. La Policía Nacional encontró al hombre dentro de una zanja de dos metros de altura de la que no era capaz de salir. Un dron encontró en otro lugar, en una zona de campo, a la mujer tendida en el suelo, hecha un ovillo, desvanecida. Quizá, una de las noticias del año, todavía por contar. Esa imagen, la de un cuerpo sin identificar de una mujer tirada en un páramo, ilustra la historia. Es una imagen impactante. Recordé un verso de mi poeta, César Vallejo: “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”. Recordé el día en que me senté en un banco de Madrid a hacer tiempo, huraño como suelo, sin intención de saberme acompañado en el mundo, y a mi lado se sentó un hombre muy mayor. Yo leía y él asomaba la cabeza de vez en cuando hasta que me giré con una sonrisa, enseñándole la portada porque soy huraño pero amable cuando ya no queda más remedio, y me dijo: “No, ya no puedo leer. Quería preguntarle, si no le molesta, qué hago aquí”. Y qué hacemos todos, pensé. Al rato llegó su hijo ofreciendo disculpas. El anciano me había preguntado qué hacía allí, pero bien pudo preguntar quién era: ya no sabía ni lo uno ni lo otro. Recordé algo escrito hace muchos años, quizá 20, en Diario de Pontevedra, una escena que había visto en la calle Augusto García Sánchez en el que la mujer le quita al hombre una miga de pan de la barbilla mientras discuten, y cómo en ese gesto se reúne todo el amor de una vida: hasta en la guerra y en el desgaste y quizá el odio, hay que algo que todavía late y tiene que ver con la dignidad. A esa pareja de ancianos de Leganés la enfermedad le arranca también la dignidad, una cabeza a la deriva pone a la deriva el cuerpo, y la biografía de los dos termina siendo encontrada por un dron. Es desolador y seguramente evitable.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
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