Militares contra manifestantes
La protesta contra las redadas antiinmigrantes en Los Ángeles ha derivado en una excusa para una demostración de fuerza peligrosa por parte de Trump


La detención de miles de personas en redadas contra la inmigración irregular en Los Ángeles ha derivado en una situación de violencia que solo beneficia a la ambición del presidente Donald Trump. Las redadas comenzaron el viernes en varios puntos de población mayoritariamente latina, incluida una nave industrial del centro de la ciudad. La demostración de fuerza, aparentemente originada por la frustración de Trump ante las cifras de detenciones de inmigrantes, provocó una pequeña protesta de unos cientos de personas. Nuevas redadas el sábado se encontraron ya con resistencia en las calles. Las manifestaciones de apoyo se extendieron al domingo con enfrentamientos con la policía federal de inmigración y con la policía de Los Ángeles cuando intentó mantener el orden. La imagen de un coche en llamas y ciudadanos forcejeando con los agentes es todo lo que necesitó la Casa Blanca para enviar nada menos que 2.000 efectivos de la Guardia Nacional a aplacar las protestas.
La Guardia Nacional es un cuerpo de reservistas militarizado que se moviliza a petición del gobernador de un Estado en situaciones de emergencia, principalmente desastres naturales. El mismo presidente que no consideró necesario movilizar a la Guardia Nacional de Washington DC en 2021 durante el asalto de sus seguidores al Capitolio para subvertir las elecciones ha considerado que una protesta callejera en Los Ángeles es una rebelión contra el Gobierno que ni todas las fuerzas policiales del Estado pueden contener.
El ridículo argumento de la Casa Blanca solo tiene un objetivo: que la espiral de tensión se degrade todo lo posible para justificar un espectáculo de represión a gran escala. La prueba es que, a pesar de que la intensidad de las protestas ha ido decayendo, Trump ordenó el lunes el despliegue de 2.000 reservistas más y de 700 soldados del cuerpo de Marines. El gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, presentó una demanda contra el Gobierno federal y describió con elocuencia la situación al pedir que las protestas se desarrollen pacíficamente: “No le deis la excusa que está buscando”.
La deriva autoritaria de Donald Trump es cada vez más descarada en un país que tiene en lo más alto de su ordenamiento la libertad de expresión y una radical separación de poderes. En esa secuencia de degradación institucional, los sucesos de Los Ángeles pueden ser un parteaguas que no por esperado deja de ser sobrecogedor: la movilización de las Fuerzas Armadas con la intención de reprimir protestas civiles. Si el Congreso y los tribunales no permiten a California defenderse frente a este palmario abuso de leyes previstas para situaciones de guerra, esta semana podría recordarse como el momento en el que se abrió la puerta a un capítulo tenebroso en la democracia de Estados Unidos.
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